El gobierno federal y los gobiernos estatales han hecho suya la propuesta de unificar todas las policías municipales bajo un mando único - dependiente de los respectivos estados- , supuestamente para incrementar la seguridad en la nación; de llevarse a cabo esta iniciativa, tendrá más perjuicios que beneficios dada la situación actual.
El Gobierno del Estado de Hidalgo le ha seguido la comparsa al federal y a la Conferencia Nacional de Gobernadores – que ya acordó presentar la propuesta al Congreso de la Unión- , y en un afán de adelantar el trabajo, ya incorporó la extinta policía municipal de Pachuca a la Agencia de Seguridad Estatal (ASE) o policía Estatal, quedando por tanto bajo el mando único del titular del ramo, o sea el secretario de seguridad pública estatal Damián Canales Mena.
Esta primer acción, es a decir de los propios policías pachuqueños “la misma gata, pero revolcada”, ya que según han manifestado, el movimiento de mando no ha significado ningún cambio en el cuerpo de seguridad, meramente fue un fenómeno mediático.
De ahí que con los 83 municipios restantes, el traslado de mando al estado sea exactamente lo mismo, salo con el cambio de membrete.
El que todos los cuerpos de policía local del país queden a las órdenes de una sola persona, que estaría a merced del gobernador en turno, pondría el caldo de cultivo perfecto para la formación de cotos de poder, como aquel que tuvo el malamente recordado Arturo Durazo Moreno “El Negro”, director a principios de los ochentas del siglo pasado, de una policía única en el centro del país, la desaparecida metropolitana.
Para la delincuencia, un mando único le facilitaría su trabajo a la hora de corromper a los cuerpos policiales. Esto por que los malandrines organizados en lugar de que tengan que corromper a, por ejemplo, 84 directores de seguridad pública municipal, un tanto de delegados de la ASE, otro tanto de la Coordinación de Investigaciones y otros cuerpos de seguridad], con el mando único, solamente tendrían que “ponerse de acuerdo” con una sola persona para poder delinquir tranquilamente.
Un mando único y la derogación de las policías municipales, no solo le quitaría autoridad a los alcaldes, si no que además ahora la institución podría ser utilizada como arma política, para el espionaje gubernamental, y quién sabe para que otros fines.
Ahora bien, con una policía única el acceso al derecho humano de la seguridad pública, se hará mas complicado para los ciudadanos. Actualmente basta con una plática con el alcalde o el director de seguridad pública para que refuerce la vigilancia en alguna demarcación, pero con un solo mando el ciudadano que quiera mayor seguridad para la zona que habita, tendría que buscar al secretario de seguridad pública estatal, par que envié más patrullas a una pequeña ranchería o fraccionamiento.
Ó si no tendría que hacer engorrosos trámites, para enviar una solicitud por escrito, en espera de haber cuando le responde; o acaso no son los entes gubernamentales tan adictos a la burocracia.
Unificar las corporaciones de seguridad, tampoco garantizará que quienes laboren en ella sean policías lo suficientemente preparados y con los materiales completo para desarrollar su trabajo.
Ahora bien, no se ha dicho nada del incremento de los salarios de los oficiales, su acceso a seguros de vida y mayores prestaciones, ya que nuestros actuales efectivos preventivos reciben percepciones ofensivas, en comparación de los riesgos que corren en su trabajo.
En lugar de que el gobierno se la pase perdiendo el tiempo en proponer mandos únicos, debería de equipar correctamente a los cuerpos policiacos, capacitarlos y ofrecerles mayores prestaciones para evitar que caigan en las tentaciones del hampa. Hay dinero para eso.
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