Columna/Sin Censura

Ocasionalmente

Por Chicharín

Los placeres mundanos son tan suculentos como tan irracionales.
El deseo carnal es tan fuerte que no deja entrar a la razón, mucho menos al amor.
Lo anterior lo afirmo porque he vivido esta situación, desde hace varios años.
Busco el amor en las calles, quizás vagando solo y espero aquella compañía perfecta prometida.
Sin embargo, solo encuentro placeres carnales y nunca la verdadera fraternidad hacia el ser amado.
Además, a veces este deseo insano tiene un costo: 200 mendigos varos y un cuarto de hotel de mala fama.
La utilización de condones de finas marcas y con excesivos precios varian de acuerdo a la persona.
Lo que si les puedo asegurar es que así como yo, miles de personas viven de esta miserable forma, tan solos como cuando llegamos a este mundo.
Todos creemos que el amor verdadero y puro si existe, pero parece que solo esta en la imaginación nata.
Los encuentros sexuales ocasionales siguen a la par que la modernidad y el mendigo chat de las computadoras o internet.
Todo va evolucionando menos el verdadero amor, que ya no lo puedes hallar tan fácilmente en las calles y avenidas, mucho menos en las unidades de transporte publico y hasta el metrobus de Ebrad, o en un taxi de Escamilla.
Conozco a varias personas que se encuentran sexual y carnalmente, sin embargo, sus corazones y almas están tan solitarios y vacios como mi bolsillo.
Considero que los encuentros sexuales ocasionales son nefastos, pero también necesarios.
No dejan que el corazón lata mas de la cuenta y los tortolos sientan mariposas en el estomago y hasta dejen de comer por aquel amor.
Comúnmente los encuentros sexuales se dan en lo más oscuro de un rincón de algún antro de moda o en hasta en la vil calle.
Sabedor de que todos necesitamos amar hay que dejar que aquellos encuentros sexuales prevalezcan, aunque a veces tengan un precio de la tarifa y de paso, hasta poner una chela bien fría.
Los sitios más predilectos para perderse en la entrega carnal, como lo dije, son los lugares mas recónditos y donde la luz deje de brillar, ya sea de una patrulla o lámpara publica.
No importa si al siguiente dia, aquellos furtivos amantes ocasionales dejen de hablarse o se hagan tontos cuando se vean casi de frente en calles y avenidas de esta bella, pero contaminada región.

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