Descrédito militar
Por:Francisco Javier Villeda Marañón
En el marco de la guerra contra el crimen organizado el presidente Felipe Calderón ha encomendado al Ejército mexicano labores que no le competen, y que al no estar dentro del ámbito de sus atribuciones ejecutan órdenes de patrullaje de modo “rudo”, y por tanto cruento para la población civil.
El ejército se rige por una lógica de guerra, de ataque contaste, luego entonces descubrir que están al lado de simples y mundanos civiles es aterrador, y los hechos lo demuestran: decenas, por no decir cientos, de pobladores inocentes rafagueados por errores militares.
Ante esto, se ha alertado en diversos medios los riesgos de un descrédito de las fuerzas militares ´por encontrarse en condiciones ajenas a las que normalmente debiesen estar.
La falta de conciencia hacia los derechos humanos por parte de los militares es el principal factor que los ha llevado a cometer tropelías impensables, y desde luego aterradoras, que dicho sea de paso minan la confianza de la ciudadanía hacía esta institución que ha visto menguada su credibilidad entre la sociedad, inclusive ha superado en quejas al IMSS. Es grave pues.
No obstante ello el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Guillermo Galván prevé entre 5 y 10 años más de estancia del ejército en las calles.
Pero no es todo, ha pedido al legislativo mayores atribuciones al ejército para efectuar esa tarea que legalmente no le compete, y que ha desempeñado mal por no estar preparado para el trato con personas civiles.
Entre otras cosas pide legalizar la entrada del ejército a los domicilios particulares, cuando persiguen a delincuentes en flagrancia o cuando tengan la presunción de que se cometerá un delito ahí; además Galván pide legislación para que los militares puedan interrogar, tomar huellas dactilares y detener hasta por 24 horas a los presuntos delincuentes antes de entregarlos a la autoridad civil. En otras palabras Calderón y su secretario piden un estado de excepción, reconocieron los legisladores.
Es sumamente preocupante, es además aterrador pensar en un estado de excepción, tal cual lo desea Felipe Calderón, quien en su afán de legitimarse emprendió una guerra sin rumbo, que desde luego va perdiendo el Estado.
La milicia es el último recurso que le queda al Estado, entonces por qué debe estar en las calles haciendo labores que le corresponden a la policía. Si de por sí las corporaciones policiacas no están capacitadas para el trato a la población, mucho menos el ejército.
La gente ya no cree en el ejército, o cuando menos le tiene miedo por todas las atrocidades cometidas por ésta, así que por el bienestar de las fuerzas castrenses deben salir de las calles, sino su legitimidad estará completamente socavada.
Habrá que replantear la estrategia de esta supuesta guerra contra el crimen organizado para que sea eficaz, de lo contrario dejará muy mal parado al ejército, que debería ser ajeno a la política, pero que tal pareciera que está siendo utilizado como arma política.
La guerra se va perdiendo, eso ni dudarlo, pero lo preocupante es que el ejército, antaño símbolo de respeto y legitimidad, hoy está decayendo.
Su labor no es de policía, tienen el Plan DN-III, orgullo de México en el mundo, pero si siguen en la calle seremos el ejemplo más claro de un estado policiaco.
El ejército está cayendo en niveles de credibilidad, la guerra está pérdida porque se lucha ficticiamente, ojalá el titular del Ejecutivo redireccione el rumbo sino habrá perdido todo.
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depasada@live.com.mx
Por:Francisco Javier Villeda Marañón
En el marco de la guerra contra el crimen organizado el presidente Felipe Calderón ha encomendado al Ejército mexicano labores que no le competen, y que al no estar dentro del ámbito de sus atribuciones ejecutan órdenes de patrullaje de modo “rudo”, y por tanto cruento para la población civil.
El ejército se rige por una lógica de guerra, de ataque contaste, luego entonces descubrir que están al lado de simples y mundanos civiles es aterrador, y los hechos lo demuestran: decenas, por no decir cientos, de pobladores inocentes rafagueados por errores militares.
Ante esto, se ha alertado en diversos medios los riesgos de un descrédito de las fuerzas militares ´por encontrarse en condiciones ajenas a las que normalmente debiesen estar.
La falta de conciencia hacia los derechos humanos por parte de los militares es el principal factor que los ha llevado a cometer tropelías impensables, y desde luego aterradoras, que dicho sea de paso minan la confianza de la ciudadanía hacía esta institución que ha visto menguada su credibilidad entre la sociedad, inclusive ha superado en quejas al IMSS. Es grave pues.
No obstante ello el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Guillermo Galván prevé entre 5 y 10 años más de estancia del ejército en las calles.
Pero no es todo, ha pedido al legislativo mayores atribuciones al ejército para efectuar esa tarea que legalmente no le compete, y que ha desempeñado mal por no estar preparado para el trato con personas civiles.
Entre otras cosas pide legalizar la entrada del ejército a los domicilios particulares, cuando persiguen a delincuentes en flagrancia o cuando tengan la presunción de que se cometerá un delito ahí; además Galván pide legislación para que los militares puedan interrogar, tomar huellas dactilares y detener hasta por 24 horas a los presuntos delincuentes antes de entregarlos a la autoridad civil. En otras palabras Calderón y su secretario piden un estado de excepción, reconocieron los legisladores.
Es sumamente preocupante, es además aterrador pensar en un estado de excepción, tal cual lo desea Felipe Calderón, quien en su afán de legitimarse emprendió una guerra sin rumbo, que desde luego va perdiendo el Estado.
La milicia es el último recurso que le queda al Estado, entonces por qué debe estar en las calles haciendo labores que le corresponden a la policía. Si de por sí las corporaciones policiacas no están capacitadas para el trato a la población, mucho menos el ejército.
La gente ya no cree en el ejército, o cuando menos le tiene miedo por todas las atrocidades cometidas por ésta, así que por el bienestar de las fuerzas castrenses deben salir de las calles, sino su legitimidad estará completamente socavada.
Habrá que replantear la estrategia de esta supuesta guerra contra el crimen organizado para que sea eficaz, de lo contrario dejará muy mal parado al ejército, que debería ser ajeno a la política, pero que tal pareciera que está siendo utilizado como arma política.
La guerra se va perdiendo, eso ni dudarlo, pero lo preocupante es que el ejército, antaño símbolo de respeto y legitimidad, hoy está decayendo.
Su labor no es de policía, tienen el Plan DN-III, orgullo de México en el mundo, pero si siguen en la calle seremos el ejemplo más claro de un estado policiaco.
El ejército está cayendo en niveles de credibilidad, la guerra está pérdida porque se lucha ficticiamente, ojalá el titular del Ejecutivo redireccione el rumbo sino habrá perdido todo.
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